domingo, 30 de noviembre de 2008



Suicida de los brazos de arce
Que cubres de teja el frío suelo
No mires hacia arriba pensando…
Que a la belleza sientes anhelo.

No tengas nostalgia del pasado
Disfruta ahora , tu nuevo destino
No añores lo que nunca fue tuyo
Antes solo ropa, ahora eres camino

Vistes un hermoso color cobrizo
Calido, abrigo del paraje
Añades pintura a la paleta
Que cubre de color el gris paisaje

Proteges el paso al caminante
Acompañando su firme pisada
No permitas que algo le distraiga
Del cielo y retire la mirada


Vuela, mézclate con cada soplido
Con los golpes de fugaces vientos
Libertad, libre albedrío, miedo
Impredecible vaivén de sentimientos

Asciende, remonta el vuelo, raudo
Siente como nunca antes lo hacías
Los momentos efímeros que tocan
El invierno borrara lo que sentías

Bucólica escena de marrones
Que la nieve al final da sepultura
En tu muerte muestra tu grandeza
Enterrando así su amargura.

sábado, 1 de noviembre de 2008

ESTACION DESTINO


El cielo se va pintando con un apacible gris con su vomito de humo y el sonido que despide parece entonar una melodía en la que cada nota es una letra de tu nombre.
Observa… observa como su sensual vaivén es cada vez menos sinuoso… hasta detenerse. Incluso así es dueño y esclavo de todas las miradas.
De entre todas ellas solo una tímida e insegura parece traspasar la majestuosidad de su exterior y captar entre las pequeñas ventanas de madera la luz de sus candiles y el calor de sus braseros , esperando que se abra la puerta y de forma a la belleza oculta del vagón que en mi mente ya estaba dibujada.

Solo adentrándose en el podría verse su esplendor pero cada paso de mi espíritu no se ve acompañado por mi cuerpo y en esos momentos en un pequeño espacio se establecio una infinita distancia.

Los raíles muestran nerviosismo por reanudar la marcha y como los recuerdos la fugacidad es lo que lo dota a esos instantes de mayor magia.

Inmóvil veo como se cierran sus puertas, como en la partida de ajedrez de la vida , el no puedo gana la partida al quiero y nada perturba a la diosa rutina, convirtiendose de esta manera la perdida en inevitable.

Entre despedidas y lagrimas reanuda su sensual movimiento dejando a su paso dudas , interrogantes y dolor , en su viaje hacia la estación destino.